Las disrupciones en la cadena de suministro suponen una amenaza real para cualquier empresa. Y no solo por factores de carácter interno; también puede llegar a experimentar una interrupción forzosa de su actividad a causa de factores que afecten a sus proveedores. La pandemia de la COVID-19 ha demostrado que cualquier organización puede verse obligada a hacer frente a situaciones inesperadas. Como apuntan desde la consultora McKenzie, que señala al cambio climático, la inestabilidad social y política o las crisis económicas como las principales amenazas, la periodicidad de las disrupciones antes citadas se están acelerando y se pueden llegar a producir cada 2,8 años. Es por tanto necesario, y se podría decir que incluso obligatorio, proponer fórmulas que minimicen el impacto de dichas amenazas en las cadenas de suministro globales.
En la última sesión de Conecta con Compras organizada por AERCE y centrada en la gestión de proveedores y la mitigación de los riesgos en la cadena de suministro, Ana Vela, ejecutiva de cuentas de EcoVadis en España, señaló: “Hasta que no se produjo el colapso provocado por la COVID-19, muchas empresas no tenían la sostenibilidad y la responsabilidad en la cadena de suministro en sus agendas. Ahora, las organizaciones están comprendiendo que una cadena de suministro fuerte es la única opción de resistir futuras disrupciones. Unas disrupciones que resultan muy costosas y cuyas consecuencias hemos de intentar minimizar, en primer lugar, tomando conciencia de nuestras vulnerabilidades y las de nuestros proveedores”.
La calificación de los proveedores y trabajo conjunto para asegurar la mejora
Conocer el estado en el que se encuentra cada proveedor es esencial para poder enfrentar posibles dificultades. Realizar una evaluación detallada en la que se tengan en cuenta las características, no solo del proveedor en sí sino, también, del contexto socioeconómico y legal en el que opera, es esencial para obtener una perspectiva real de su realidad y con ello, identificar riesgos para anticiparnos a ellos, así como para proponer ámbitos de mejora. Con respecto a esto, Ana Vela ofreció un dato que invita a la reflexión: “El 70% del impacto de una empresa proviene de su cadena de suministro. Para minimizar ese impacto, inversionistas, gobiernos y consumidores finales exigen a las empresas medidas sostenibles orientadas a mejorar aspectos medioambientales, sociales y de gobernanza más allá de la propia empresa que, lejos de quedarse en acciones puntuales, sienten las bases para seguir construyendo y avanzando hasta alcanzar la madurez. Solo de este modo se pueden establecer relaciones a largo plazo que mitiguen el impacto y nos ayuden a crear un ecosistema empresarial más responsable y comprometido”.
Diseñar una estrategia de compras sostenibles, clave para asegurar un impacto real
Álex San Miguel, director de sostenibilidad corporativa de Agromillora, charló con Giulia Borsa, ejecutiva de cuentas estratégicas de EcoVadis y, en base a sus respectivas experiencias, ambos coincidieron en la misma idea: el compromiso con la sostenibilidad es clave cuando se plantea una evaluación, ya sea propia o en relación a los proveedores. Asimismo, ambos aconsejan ser muy didácticos para que se comprenda la vital importancia de identificar los riesgos en la cadena de valor y así poder anticiparse y desarrollar planes preventivos eficaces.
Del mismo modo, ambos dan una gran importancia a la comunicación y consideran esencial la implementación de un buen plan de comunicación interno que potencie las acciones que impulsen la sostenibilidad y que sirva para concienciar a los trabajadores, lograr su implicación y hacer que compartan los valores corporativos con los stakeholders. De este modo, el compromiso con la sostenibilidad será percibida como una ventaja competitiva que, además de posicionar a la organización como un actor dispuesto a liderar el cambio, le servirá para ganarse la confianza de nuevos clientes que priorizan la sostenibilidad en su selección de proveedores. Y es que, como hemos venido experimentando durante los últimos años, solo a través de una estrategia de compras sostenibles, las organizaciones pueden tomar medidas eficaces ante las disrupciones y ser más resilientes de cara al futuro para asegurar la continuidad de su actividad.
